jueves, 19 de febrero de 2009

No nos dejemos arrebatar la paz

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

De cada uno de nosotros depende que exista la paz. Sonaría extraño de que si todos nos juntáramos a gritar por la paz se oiría solo una voz y tendríamos un gran eco con resultados positivos. Nuestra experiencia común demuestra que hace falta que cada uno se ocupe un poco más de su propio desarrollo interior. Sólo así podrá ayudar, de manera más justa, más eficaz y más apropiada al prójimo.

Se debe desear la paz, no tan sólo para poseerla de modo personal, sino también para darla a quienes más la necesitan. Lo más maravilloso es que la paz es un don que, cuanto más se entrega al prójimo en gestos de concordia y amor, más crece, madura y se arraiga en nuestro corazón. Nadie puede arrebatarnos la paz, si nuestra mente esta enraizada en la confianza en Dios.

Para que los discípulos pudieran llevar adelante el proyecto de Dios y realizar su vocación, era necesario que primero Jesús entrara donde ellos se encontraban reunidos y les diera la “paz” y luego, venciendo los obstáculos interiores, lograran abrir las puertas del cenáculo, para llevar al mundo el mensaje de salvación.

Esto es muy importante pues habían recibido de Jesús el mandato de otorgar en su misión el don de la paz. “Al entrar a la casa, saluden. Y si la casa fuera digna, su paz vendrá sobre ella; mas si no fuere diga, su paz se volverá a ustedes” (Mateo 10, 12-13).

La paz de la que Cristo nos habla en los evangelios no tiene nada que ver con la ausencia de dificultades que experimentan quienes viven replegados sobre si mismos y en estructuras arqueológicas. Allí, no hay autentica paz, la verdadera seguridad sólo puede hallarse en el corazón de Jesús. El es el refugio que impulsa al verdadero creyente a llevar su palabra de paz al mundo entero.

No nos dejemos arrebatar la paz, aprendamos de los niños. Cuando ellos tienen un gran tesoro en sus manos, no se lo dejan quitar. Quisiera que reflexionáramos sobre la canción de 3+2 “Los niños queremos la paz”:

Se paró el reloj
en el andén de la estación,
despertó una canción,
en un rincón del corazón.
Son de aquí, son de allá,
se fueron sin poder hablar.
Su familia somos todos
y nunca vamos a olvidar.

Amigo conmigo tú puedes contar,
y todos unidos vamos a ganar.

Canta conmigo canta
gritaremos basta ya.
Ven y dame la mano,
los niños queremos la paz.
(BIS)

Nuestra voz llegará
por la tierra y por el mar,
yo estaré, tú estarás
y nunca nos podrán callar.
No nos van a quitar
la esperanza de vivir,
en un mundo sin temor
donde poder ser feliz.

Amigo conmigo tú puedes contar,
y todos unidos vamos a ganar.

Canta conmigo canta
gritaremos basta ya.
Ven y dame la mano,
los niños queremos la paz.
(BIS)

Hoy estamos aquí
te queremos cantar,
los niños queremos la paz.
Hoy estamos aquí
te queremos cantar,
el mundo quiere estar en paz.
Canta conmigo canta
gritaremos basta ya.
Ven y dame la mano,
el mundo quiere estar en paz,
el mundo quiere estar en paz,
el mundo quiere estar en paz.


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