jueves, 30 de octubre de 2008

Juan XXIII, el Papa de la Paz

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

Todos los católicos hemos conocido y recordado al Papa Juan XXIII como el gran Papa de la Iglesia, como era que le gustaba que lo llamaran, pues más que un Papa era como un verdadero papá para todos los fieles del mundo. Era un pastor afable, siempre tenía una sonrisa para todos. Ha sido el Papa de todos los tiempos difícil de olvidar. Es por eso que el Papa Benedicto XVI ha evocado la figura del Papa Bueno y de la Paz a Juan XXIII en celebración del 50 aniversario de la elección al pontificado. El Papa Benedicto nos recuerda que en los años de la elección de Juan XXIII, “la gracia de Dios estaba preparando un periodo trabajoso y prometedor para la Iglesia y para la sociedad y encontró en la docilidad al Espíritu Santo, que caracterizó toda la vida de Juan XXIII, el terreno bueno para que germinase la concordia, la esperanza, la unidad y la paz en bien de toda la humanidad”.

El nombre de pila de Juan XXIII era Ángelo Giuseppe Roncalli. Juan XXIII sorprendió al mundo cuando llamó a todos los cardenales para que se dieran el Segundo Concilio Vaticano que trajo muchos cambios para la Iglesia Católica. A este gran pontífice le tocaron conflictos y momentos muy difíciles en la historia de la humanidad. Pero con su bondad y su gran corazón fue un gran mediador e iluminado por el Espíritu Santo supo dar los mensajes necesarios y adecuados para aquella época tan hambrienta de Paz.

Recordemos también que el Papa Juan XXIII escribió una de las más famosas encíclicas sociales de la Iglesia Católica “sobre la paz entre todos los pueblos que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad”: Pacem in Terris (“Paz en la Tierra”, 11 de abril de 1963)

Aprovechemos el carisma del Papa Juan XXIII cuando reflexionemos que saber adaptarse es saber vivir. Saber adaptarse es saber discernir, iluminando la realidad con la sabiduría. Un don espiritual que se ejercita cuando vivimos unidos al Espíritu Santo, dispuestos a dejarnos guiar por él (Isaías 61). A diario debemos llegar a un remanso de paz llamado meditación para aquietar el alma y recibir luz divina. En efecto, muchos conflictos nacen o se agigantan por ausencia de paz interior, por precipitad o por llamar bien al mal y mal al bien. Y eso es lo que Dios dio a Juan XXIII y a todos a quienes lo aman y lo siguen: el don para distinguir la verdad de la mentira y elegir lo que es bueno. Nunca olvidaremos a este gran Papa de la Paz y de la concordia.


Foto: El Papa Juan XIII firmando la encíclica "Pacem in Terris"