sábado, 27 de octubre de 2007

Inmediatismo Estresante


Solo basta que nos sentemos en un centro comercial, o por unos instantes observemos en una calle bien congestionada, o tomemos el metro o el bus y empecemos a observar la gente e inmediatamente nos daremos cuenta que somos parte de un mundo que vive a pasos agigantados. Es el mundo del acelere. Todo el mundo va de prisa, hay un corre corre impresionante, el tiempo da la impresión de ser el principal enemigo. Todos queremos llegar primero.


Hoy en día el cáncer no esta acabando tan rápido con la población mundial como lo esta haciendo el estrés. El estrés lleva a la depresión y al acabóse entramos en un oleaje de producir, de ser arrastrados por un sistema de poseer y de consumir desaforados. No importa el sacrificio corporal, familiar, religioso o social. Lo importante es entrar en la competencia material. No nos podemos quedar atrás en la línea Light, en la onda del Internet, del celular, del iPod, del microondas, del control remoto, del computador, del Bluetooth, de la plasma, de la liposucción y del metro sexualismo, etc.

Queremos que todo en la vida funcione a la perfección y rápido como las comunicaciones o las computadoras. Nos dejamos presionar por un inmediatismo estresante y esta bien que exijamos rapidez a los lentos y los mediocres, pero no hasta el punto de querer todo en una velocidad de trasbordador espacial.

Por querer volar quemamos valiosas iniciativas. No le damos espacio a los procesos de maduración y olvidamos lo importante, agobiados por lo urgente. La impaciencia nos hace tanto daño como los que sufren, los niños cuyos papás quieren estos milagros: que el pequeño a los 5 años hable 3 idiomas, toque violín, sea estrella en un deporte y experto en karate. Hay que tener mucha paciencia y calma para lograr los verdaderos éxitos y resultados. Hay que cancelar de nuestras vidas la avaricia, el perfeccionismo, y la indiferencia y debemos crecer en realismo y en perfección.

Para rechazar el estrés y la depresión debo tener paciencia hoy y paciencia mañana con mis errores y los de los demás. Esa misma que Dios tiene con migo. Paciencia que no es conformismo sino aceptación de procesos. Para salir de la depresión es agarrarse de las manos de Dios y con fuerza decirle: “Señor si puedo hazme una criatura nueva y que desde ahora en mi cuerpo y en mi mente no entre el estrés ni la depresión.”

miércoles, 24 de octubre de 2007

La Paz y las Sagradas Escrituras

Todos los Cristianos estamos llamados a ser hijos de la Paz, pues Cristo que es nuestro modelo e inspirador es el verdadero ejemplo de esa Paz. Sabemos por experiencia, desde el mundo empobrecido que la Paz es el don más necesario en nuestro mundo actual y la tarea más urgente de personas e instituciones.

Me encanta y me llama la atención la reflexión de Monseñor Nicolás Castellanos (Premio Príncipe de Asturias 1998) en su libro Utopía y Realidad: Hombres Nuevos en la edición del 2001 cuando se refiere al tema de la "Paz y el Santo Evangelio":


"La Paz es la promesa compendio de todas las promesas de Dios a la humanidad. Trabajar por la Paz es la más noble misión de la mujer y del hombre. Abrir el evangelio de la Paz es asomarnos a un "tiempo nuevo," a la "era de la Paz," donde podamos soñar un mundo auroral, fresco, inédito de futuro...; llegara un día en que comprendamos que hemos nacido para vivir juntos, en la fraternidad, en un mundo, nuevo solidario, ético, justo, libre..., en Paz."
El evangelio de la Paz puede cambiar el mundo. Con el saludo "Shalom", Jesús sana a los enfermos (Lc 8, 48) y perdona los pecados (Lc 7, 50). El testamento de Jesús es la Paz, el don de la Paz. "La Paz os doy, la Paz os dejo." (Lc 14, 27; Mt 5, 9). San Pablo habla 12 veces de la Paz, justamente con Karis: amor, gracia del espíritu (Gal 5, 22; Rom 14, 17). Existe una palabra en la Biblia que es clave, que resume el mensaje entero de Dios, por medio de Jesús de Nazaret.

El Shalom, la Paz bíblica, no se reduce al tiempo de Paz, como contraposición al tiempo de guerra. Designa, más bien, el bienestar integral de la existencia humana y el estado de la mujer y del hombre que viven en armonía con la naturaleza, con el mundo cósmico, consigo mismos, con los demás, con Dios. El Shalom quiere expresar que el hombre y la mujer están en trance de superar la manifestación del egoísmo, del individualismo, de la insolidaridad, del pecado; y que viven en la casa de Dios y comparten con los hermanos, bajo la misma higuera, el pan, el vino, la amistad, el trabajo y la esperanza de encontrar la verdad.

En definitiva el Shalom supone bendición, salud, liberación, plenitud de gozo en la cruz, comunión, participación, presencia de Dios… y sobre todo vida, y vida en plenitud, una vida digna para todos, para los empobrecidos, los excluidos, los inmigrados, los refugiados. Que la pobreza no sea mas la vergüenza de la humanidad. Todos estamos llamados a ser creadores de Paz en la conciencia del hombre y de la mujer y en las relaciones entre nosotros y los pueblos por que somos el Cuerpo de Cristo.

sábado, 20 de octubre de 2007

Injusticia Institucionalizada

Cuando se nos preguntan en los foros o conferencias en que hemos sido invitados en diferentes universidades sobre los derechos humanos, la solidaridad, los valores familiares, la paz y la guerra etc., si "¿todavía existen los derechos humanos para los pobres?", esta es una pregunta que nos pone a dudar por que honestamente pareciera que no. Pues las clases más privilegiadas han absorbido con sus tentáculos poderosos hasta los derechos de los más indefensos.

Si hacemos un serio análisis sobre la pobreza, encontraremos que en el mundo actual hay 2000 millones de personas que viven bajo el nivel de la pobreza. Un cuarto por ciento disfruta de una vida acomodada y de placeres. Por ejemplo, en América Latina 180 millones viven en la pobreza y 80 en la miseria. ¡Que escándalo social! Estas cifras de extrema pobreza generalizada tienen rostros concretos, con nombres y apellidos, rostros pobres, seres humanos viviendo en las laderas de las montañas, en las barriadas cerca de quebradas y arroyos de aguas contaminadas, en casuchas de cartón y latas oxidadas, niños y ancianos desfigurados por el hambre, mujeres maltratadas, violencia y miles de familias desplazadas por el conflicto armado.

De ese empobrecimiento creciente de millones de seres humanos que llega a intolerables extremos de miseria, es el nuevo efecto de “una injusticia institucionalizada” que se desprende de donde el desvalido, el pobre no puede ejercer el derecho de salir de esa situación. Los sacerdotes, los politiqueros, los sociólogos, los humanistas y los santos gritan a cuatro voces de que los pobres tienen derecho a la libertad, a la salud, a la educación, a la alimentación, a una vida digna, a la vida, y nos preguntamos de que vale todo ese repique de campanas, si media humanidad carece de las condiciones, medios e instrumentos para ejercerlos.

En el mundo de los desamparados, además de la muerte física y cultural, la carencia de alimentos, de un hogar, de instrucción, de higiene, de medicinas, se padece la ausencia de derechos humanos. Es el mundo de la insignificancia. El pobre es insignificante en la sociedad, es invisible, no tiene nombre. Los pobres tienen números, no tienen nombre. ¿Que nos ganamos en regalarle a un niño un computador, un televisor, un radio etc. cuando en su casa no tiene energía eléctrica? El pobre tiene posibilidades, riqueza, virtualidades de ser persona. Tiene su modo de sentir, de pensar, de amar, de crecer, de sufrir, de gozar, de orar. Reconocer el derecho del pobre es tomar conciencia de sus potencialidades y capacidades, que no se le han reconocido y ahora queremos asumir. Mientras no existan los derechos de los pobres no existirá la Paz.

jueves, 18 de octubre de 2007

Si Queremos la Paz, Avivemos la Esperanza

No nos cansemos de seguir buscando la paz, de unirnos a construir la paz, a sentirnos orgullosos de ser multiplicadores de la paz en todos los lugares donde nos movemos y vivimos. Si no mostramos al mundo la emergencia que existe de buscar la paz en un mundo tan convulsionado, tan indiferente nos iremos al abismo de la indiferencia y de la muerte instantánea. Desde la antigüedad los grandes maestros, los pensadores, los artistas tenían la gran preocupación de llevar mensajes de paz y esperanza a la humanidad.

El gran maestro William Shakespeare en su obra Ricardo III, nos dice: “La verdadera esperanza es rauda y vuela con alas de golondrina; crea dioses y reyes, y eleva al trono a los más humildes.” Y en realidad él como tantos otros tenía razón. El problema de tantos mensajes que hubieran podido cambiar las mentes de los agresivos y violentos es que se han quedado en el vacío. Han sido desafortunadamente ignoradas. Mantén viva la esperanza si te asusta la depresión. La esperanza es la energía de los que aman, luchan y avanzan.

Esto lo percibió Dante al identificar el infierno en la Divina Comedia, con este lúgubre letrero: “Los que entráis aquí abandonad toda esperanza.” Si miramos el otro aspecto bondadoso del ser humano nos damos cuenta de que la esperanza es el motor de la existencia; es la virtud que nos hace ver el sol en el día y las estrellas en la noche.

Apreciaremos y valoraremos la paz y la esperanza cuando vivamos a plenitud el evangelio, cuando tengamos una relación más cercana a Dios, cuando cultivemos una gran amistad, cuando inventariemos nuestros bienes y apreciemos todo lo bello, amable y positivo.

Pídele a Dios que tus ojos vean lo bello de la creación, que tus obras y trabajo se conviertan en oraciones y que de tus labios salgan solo bendiciones y no maldiciones. Que tu búsqueda de la paz sea una prioridad en tu agenda diaria; que te conviertas en un líder reconciliador.

No seas nunca un archivador de ofensas ni te conviertas en un juez implacable por que llenaras tu alma del más mortífero veneno. Sin permitir que abusen de tí, vive en paz al crear unas relaciones iluminadas por la comprensión. Aprende a ser tolerante con tus fallas y las de los otros.