Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Definitivamente nos causa mucha alegría la darnos cuenta y testificar que en muchos países los jóvenes y los niños son los grandes artífices en la construcción de la paz. Desafortunadamente es a ellos que les quitamos el derecho de vivir en una sociedad tranquila, donde puedan moverse a cualquier sitio sin ser amenazados por la violencia.
Una de las manifestaciones de la ausencia de la paz lo hemos experimentado en los actos criminales en algunas escuelas y colegios donde jovencitos ciegamente les han quitado la vida a docenas de jóvenes y niños inocentes. Aquí según mi punto de vista los culpables no son tanto los niños o los jóvenes son los propios padres de familia los que con sus actitudes negativas y de violencia han creado a sus hijos en una cultura de falta de respeto a la vida, de solucionar todo a la fuerza y a la violencia. Son los padres de familia que indirectamente ponen las armas a sus hijos y estos fácilmente se desahogan de sus frustraciones o resentimiento acabando con la vida de otras personas. Otro fenómeno que lleva a los jóvenes a delinquir es la falta de Dios y de valores morales en los hogares cuando esto sucede así ya para los jóvenes nada es importante.
La UNICEF y la Asociación de Scouts en Colombia crearon por ejemplo el proyecto “Manos a la Paz” que consiste en desarrollar talleres de aprendizaje sobre conceptos relativos a la tolerancia, al respeto por el otro, ala participación y la construcción de la paz. Además es un impulso para el movimiento de los niños por la paz, pues los principales protagonistas de esta acción son jóvenes entre los 14 y 18 años en ejercicio de su derecho a participar, de poner manos a la obra para crear un nuevo país en el que la guerra y la violencia sean cosas del pasado. La mano del proyecto “Manos a la Paz” tiene una significación particular; en el meñique se expresa el derecho a pertenecer a una nación rica y diversa. En el índice, la comunicación franca y sincera y el pulgar la solidaridad, la capacidad de trabajar para cambiar la realidad violenta. La palma representa el espacio para imaginar el futuro deseado. En realidad hoy los jóvenes que trabajan con sus manos por la paz tienen la palabra. ¡Escuchémoslos!
lunes, 23 de febrero de 2009
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