Rev. José Eugenio Hoyos
No podemos ocultar que observar por unos momentos un bebe dormido inspira ternura y brinda mucha paz. Siempre se ha dicho que cuando los bebes duermen tienen el sueño de los Ángeles porque los Arcángeles querubines y serafines están alrededor cuidándolo.
Todos los seres humanos hemos nacido para amar y ser felices igualmente a medida que vamos creciendo y despertando notamos que hemos venido a un mundo diferente. Nacemos con grandes alas y como bebes dormidos en nuestros sueños infantiles vamos volando por lugares imaginables llevados por las manos de Dios.
Hasta que un día cuando ya hemos crecido y despertamos de ese sueño infantil nos damos cuenta de que somos frágiles ante el espectáculo difícil y de desigualdades que nos tocará vivir. Inmediatamente nos damos cuenta que quien nos ha creado es el alfarero Divino. Esa imagen bíblica de Dios como alfarero, es primorosa e invita al hombre para que sea como dócil arcilla en las manos del creador.
“Mirad que como el barro en las manos del alfarero así sois vosotros en mi mano casa de Israel “Jeremías 18, 6, el profeta va donde el artesano y ve como una obra se estropea en sus manos. El vuelve a empezar y modela una obra perfecta. Dios concluye: ¿no, puedo hacer yo con vosotros lo mismo que este alfarero?”
Pero eso cuando observamos un bebe dormido es la misma forma como Dios a todo momento nos está mirando, con ojos de Padre y con mucho amor, y el desea que cuando despertemos contemplamos su rostro, su compasión y su amor.
Por eso desde ya nos invita a que sigamos el bueno camino que andemos por las sendas del bien, que sigamos siempre sus huellas y que crezcamos con grandes alas para que espiritualmente podamos volar bien alto.
viernes, 24 de abril de 2009
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