domingo, 20 de mayo de 2007

Seamos multiplicadores de paz


Unas de mis grandes preocupaciones e incógnitas que siempre he tenido han sido: ¿Por qué no podemos vivir en Paz? ¿Por qué tantas divisiones entre los seres humanos? ¿Tantos muros y fronteras que nos dividen? ¿Por qué aumenta la pobreza y la desigualdad social entre los hombres?

Estas son algunas de las miles de preguntas que no solamente yo me estoy haciendo. Pues estoy seguro que usted, amigo lector, también las tiene en su mente y en su corazón.

Da tristeza ver como los seres humanos estamos administrando a un mundo tan precioso y rico que nos ha prestado Dios, cuando ignoramos la miseria, explotamos a los trabajadores, no cuidamos el medio ambiente, no compartimos nuestras ganancias con los más necesitados, no invertimos en obras de caridad, no apoyamos campañas que ayuden a solucionar problemas del SIDA, del cáncer y otras enfermedades mortales.

Si tomamos conciencia solo de algunos de estos problemas que afligen al mundo de hoy, entonces yo los invito a que participemos en nuestra organización de multiplicadores de paz. Porque todo lo que se diga o se haga por la paz, es poco para el bienestar que ella pueda generar.

Hoy se habla de la paz, la justicia social, la solidaridad y la defensa de la vida pero quedamos solo en palabras y nada de acción. Necesitamos obras, aunque sean pequeñas, que benefician a los menos privilegiados del planeta para construír la gran pirámide de la paz. Nuestro planeta, a gritos se plantea la necesidad de la paz en el presente tiempo, donde los valores y en especial el valor de la vida, ha sido suplantado por el lucro abundante, inmoral y fácil.

Se dice que "la paz y la felicidad descienden sobre aquel que practica la justicia." La justicia es dar a cada cual lo que le corresponde, en derecho. Sin justicia no hay paz y sin paz no funcionan los derechos. La paz trae: la civilización, la cultura, el desarrollo, el progreso y el bienestar social. La paz construye el emporio de las ciencias y las artes; estos son esfuerzos comunes que dilatan el buen nombre de las naciones.

En algunos lugares del mundo ya no se escucha el triar de las abejas ni se siente la odorífera esencialidad de los rosales sino la desagradable pestilencia de los atentados terroristas, del coche bomba, o de la bala perdida quitándole la vida al anciano o al niño inocente. No nos cansemos de luchar por la paz y únete a ser multiplicadores de la paz y la justicia social. Si quieres participar escribe a jhoyos04@hotmail.com.

No hay comentarios.: